Aprender a Vender sin Vender

Diseñar una buena estrategia de contenidos
Aprender a Vender sin Vender
En el mercado actual la oferta es superior a la demanda. El consumidor vive rodeado de una avalancha de información que la mayor parte de las veces se pierde por los cerros de Úbeda.
El consumidor del siglo XXI cada día es más exigente: tiene claro lo que quiere y donde buscarlo… aunque no tiene tan claro lo que finalmente va a consumir.
Al consumidor del siglo XXI le gusta participar en la creación de bienes y en la generación de contenidos de manera activa, y acaba posicionándose como prescriptor de productos.
Por este motivo somos nosotros, los encargados de comunicación de la empresa,  los que tenemos que salir a buscarlo, allí donde se encuentre, y escuchar los temas que le interesan,  y conectar con él, y entablar conversación,  y hacernos sus amigos… hasta ganarnos su confianza para que finalmente quizás, y sólo quizás, consuma nuestros productos.
El receptor se ha convertido en el centro de nuestra estrategia:
  •          Sólo si conocemos a quien nos dirigimos, sabremos adaptar el mensaje a comunicar.
  •          Sólo si conocemos las preferencias de nuestro cliente objetivo, sabremos de qué hablar que le vamos a ofrecer.
  •          Sólo si sabemos dónde lo podemos encontrar, sabremos qué canales debemos utilizar para poder iniciar una conversación con él.
  •          Sólo si sabemos adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes y conocemos sus hábitos, conoceremos sus comportamientos de compra y seremos más competitivos.

Por ese motivo, nuestra empresa debe plantearse diseñar una buena estrategia de contenidos, en la cual la comunicación en sí se convierta en la propia estrategia de comercialización.

Hemos de cambiar nuestra mentalidad clásica de venta -¿Qué puedo venderte? 
para generar una estrategia de confianza – ¿Cuales son sus necesidades?, ¿Cómo puedo ayudarte?

 

Nuestra estrategia debe ser la siguiente:
  • Primero conversamos: me convierto en un facilitador de información.
  • Después te ayudo,  me preocupo de tus demandas y de tus necesidades.
  • Acto seguido aporto valor y genero confianza.
  • Finalmente quizás, si me he posicionado bien y he empatizado contigo, quizás solo así ganemos los dos: tú sales satisfecho y yo hago negocio consiguiendo una venta.

En resumen:

Ya no trabajamos con clientes, sino con amigos y esa relación la hemos de transmitir en toda la filosofía de la empresa.

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