Los museos del vino y los centros de interpretación, han de ser el punto de partida y la puerta de entrada a nuestro territorio.
Actualmente en nuestro país hay más de ochenta museos del vino.
Esos centros son fruto de una época, y básicamente tienen su origen en un concepto museístico etnológico del territorio. Muchas veces, estos museos son recintos con una amplia exposición de utillajes, de objetos clave en la historia del sector vinícola. En este sentido son una mirada hacia la vida rural, hacia una forma de vida vinculada al vino y al terruño.
Dichos proyectos museístico, caducos la mayor parte de las veces, suelen ser poco interesantes para la mirada del espectador contemporáneo.
Al desarrollar un proyecto enoturístico, estos centros se convierten en un elemento clave para la lectura y la interpretación de la demarcación. En el orden de prioridades dentro de la experiencia enoturistica los nombraríamos “motivadores directos de los flujos turísticos”. Los centros de interpretación se ubican entre los principales atractivos turísticos cuando visitamos un territorio enológico.
El visitante, cuando llega a un destino, se encuentra muchas veces desorientado, y busca los elementos clave que le ayuden a entender el territorio y los recursos turísticos que en él se encuentran. Es decir, busca la información para articular su estancia y los polos de atracción afines a sus gustos.
Estos centros de interpretación han de ser el punto de partida y la puerta de entrada a nuestro territorio.
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En el caso de un territorio productor de vino, estos centros tienen una mayor importancia, pues nos presentan la geografía del vino, la climatología del territorio , la geología de sus tierras, la viticultura, la enología, en definitiva la historia de sus gente y de su tierra. Vertebrar el vino como un hilo conductor del centro, es crear un elemento clave para afrontar la visita al museo y la estancia en el destino.
¿Como afrontar una experiencia enoturística, ante un panorama tan complejo y a la vez complementario?
El visitante se encuentra desorientado. A partir de como le facilitemos las claves para descubrir nuestro territorio dependerá el éxito de su estancia en nuestro destino.
Aunque actualmente, gracias a las nuevas tecnologías, muchos de nuestros enoturistas ya vienen con su estancia organizada, con toda la información sobre las actividades, los recursos turísticos y las bodegas que quieren visitar, es decir, con un itinerario marcado. Pero no hemos de perder de vista que, hasta que no llegas a un destino, no te encuentras con su realidad: todo destino enoturístico necesita de un centro de interpretación del territorio, un proyecto museístico que de respuestas al viajero y desvele la realidad de sus gentes y de su tierra.
¿Cual es el perfil idóneo de un centro de interpretación del vino?
· Ha de ser el lugar donde construir el código de interpretación previo a la experiencia.
· Ha de ser el espacio donde encontrar toda la información actualizada de los recursos turísticos del territorio.
· Tiene que ofrecer diferentes lenguajes amenos y atractivos al visitante, capaces de dar diferentes visiones del territorio y del producto.
· Debe complementarse con las tradiciones, el arte, la literatura, la fotografía, la pintura, el cine para conseguir transmitir sus mensajes y asimismo ayudarnos a interpretar nuestro entorno.
· La experimentación ha de ser un elemento clave del mismo y de todo proyecto museísticos vinculado con los hombres y las mujeres de hoy.
· Tiene que programar cursos y actividades vinculadas con el territorio y con el mundo del vino.
· Debe generar guías, folletos informativo, libros, material didáctico..
· Tiene que fomentar trabajos de investigación y proyectos de innovación
· Ha de organizar visitas teatralizadas y recreaciones históricas.
· Debe gestionar y organizar salidas periódicas
· Tiene que facilitar información sobre las servicios turísticos del territorio y colaborar con las empresas de trekking, bicicletas, equitación, visitas guiadas al patrimonio, a la geología, en la naturaleza
· Ha de colaborar con los productores y elaboradores artesanos de la zona.
Y la lista aún podría alargarse, pero el objetivo crucial es claro: debe ser ameno, permitiendo que el visitante se sienta atraído y a la vez participante del momento que esta viviendo. El mundo del vino es una experiencia directa, y como tal el centro de interpretación enoturístico debe basarse en contenidos experienciales, para así poder transmitir ese modo de entender el vino y la vida de sus gentes a los visitantes del centro.
En definitiva estos centros han de tener suficiente atractivo por ellos mismos, como para motivar un desplazamiento.
Si conseguimos esto tendremos, mucho trabajo hecho.