Enoturismo & Arquitectura





Los arquitectos, moldeadores de los paisajes urbanos, se han convertido en  los modernos gurus de las bodegas del siglo XXI . 



Urbanistas y políticos han apostado por reconocidos arquitectos fetiche, para posicionar estas urbes en el paisaje urbano- turístico internacional.
Los arquitectos creadores de los nuevos edificios iconos urbanos, se han convertido en referencias y símbolo de prestigio Y los edificios por ellos proyectados  se han alzado como símbolos contemporáneos urbanos.
Las postales souvenir del nuevo milenio, son el Sky line de las ciudades, donde conviven,el perfil del patrimonio histórico con los edificios de nueva construcción prototipo de diseño y de nuevas formas que cambian nuestra concepción del entorno.
Estos iconos se han convertido la mayor parte de las veces en la concepción urbana del nuevo milenio frontera o entre un espacio residencial, un centro comercial un espacio laboral, Y punto de encuentro entre el turista y el ciudadano.
Las bodegas no han visto alejadas este fenómeno, bodegas históricas han visto en la arquitectura y en sus creadores  una nueva concepción para proyectarse hacia el futuro. Siguiendo la premisa de que “para el mejor Vino, la mejor casa” .Surgen proyectos arquitectónicos como:
La ciudad del vino de herederos Marqués de Riscal con el edificio diseñado por Franck Gehry se ha convertido en un símbolo en el mundo del vino, su creación de titanio y evocadoras forma, abierto a múltiples interpretaciones se ha consolidado como referencia  y imagen universal  del mundo del vino. Otras bodegas de nueva construcción también se han sumado a este  fenómeno y han encargado la construcción de sus instalaciones a reconocidos arquitectos; Calatrava  para Ysyus en Laguardia,  también en la Rioja Philippe Mazières ha proyectado la bodega de Viña Real, Moneo ha diseñado la bodega  de Julian Chivite en Estella y otros arquitectos no tan conocidos han transformado la concepción de la bodega en  edificios que crean un diálogo entre el entorno y el espectador.
El mundo del vino no vive esta efervescencia como una novedad, ya encontramos claros ejemplos de patrimonio arquitectónico y vino al lago de la historia y de la geografía peninsular.
Las catedrales del vino en las comarcas catalanas del Alt Camp y en la  Conca de Barbera, son un claro ejemplo de muestras de arquitectura industrial ligada al vino. Una serie de bodegas cooperativas y sindicatos agrícolas construidos a principios del siglo XX, referencias del movimiento cooperativista de la paesia catalana. Construidos por conocidos arquitectos modernistas se han convertido en el símbolo de una época y esperemos que con el esfuerzo de todos vuelvan a resurgir como verdadero símbolo actual.
Obras de Lluís Doménech i Montaner como la cooperativa de Espluga de Francoli (1913) o las proyectadas por su hijo Pere Doménech i Roura cooperativa de Sarral (1914),pero el principal arquitecto de la época, fue el discípulo y  biógrafo de Gaudi, Cèsar Martinell que dentro de la política de desarrollo agrario impulsada por la Mancunidad de Catalunya, diseño un importante número de bodegas en la zona, sus obras más destacadas son Rocafort de Queralt (1919)  Montblanc (1919).
Marketing Turístico, Vinexus Consulting

2 comentarios en “Enoturismo & Arquitectura”

  1. Siempre que se habla de enoturismo sale la arquitectura, pero creo que hay otros valores a tener en cuenta: los pequeños bodegueros, el pequeño establecimiento rural gestionado por una familia, la pequeña y agradable sensación de degustar la tierra y acabar un poco piripi,…. en las pequeñas cosas está la felicidad.

  2. En mi humilde opinión, lo que han hecho los bodegueros-enólogos ha sido buscar un nuevo modo de invertir en futuro y provocar en el turista o viajero la sensación de que, si no visita la bodega, hay algo que se pierde de cultura. Es curioso pero ese maridaje entre cultura, arquitectura, paisaje, tradición, enología, y cuantos aspectos relacionan el vino con la vida ha sido descubierto como un valor añadido a todas sus inversiones.
    Personalmente estoy totalmente de acuerdo con Silvia en su apreciación: a veces tanto cebo para que visites la bodega y te asombres de cuanto un hombre es capaz de hacer, cuando lo realmente importante es el feliz momento en que catas un caldo, decides una compra feliz de unas botellas que te llaman por tu nombre, la visita al pueblo de al lado a comerte unas raciones o las botellas de vino que trasiegas con la familia o los amigos. Creo que si fuéramos capaces de valorar en lo que valen esos momentos y esos disfrutes, todo lo demás seguiría estando muy bien, pero estaría de más.
    Yo me apunto a tomarme unas botellitas con vosotros donde y cuando queráis (lo de "cuantas queráis" que ya me salía espontáneo dependerá del lamentable estado de mis hígados).

    Abrazos efusivos

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