Somos lo que elegimos, somos lo que consumimos. Vivimos en un mundo rodeado de marcas, rodeados de tentaciones que nos incitan al consumo.
Las marcas son las encargadas de desarrollan una serie de atributos, que su consumidor objetivo reconocerá, incitando al acto de compra. Las marcas posicionan al consumidor frente la sociedad. Hay tantas posibilidades de desarrollar una imagen de marca como consumidores hay en este mundo. Cada marca nos transmite su propuesta con el objetivo de satisfacer las necesidades de cada cliente. Así ,por ejemplo hay marcas que nos inspiran confianza, hay marcas que nos posicionan socialmente. Hay otras que son símbolos de la sociedad que vivimos.
Las marcas son activos intangibles pero críticos, con capacidad para crear un valor significativo para los consumidores y para el negocio. Son fuente de rentabilidad y un vehículo para maximizar el crecimiento de las empresas, y por lo tanto un eje principal de la estrategia corporativa.
Hoy quiero hablar de la importancia de las marcas de fabricante, el caso agroalimentario productores y elaboradores, empresas que han de trabajar día a día para conseguir un posicionamiento, prestigio y cota de mercado. Son las empresas que de forma mayoritaria invierten en innovación, mejora de los procesos de elaboración y de la calidad del producto. Estos pequeños o medianos elaboradores son la base de la economía de proximidad y la suma de todos ellos el sustente económico del país. Un estudio realizado por la Federación Agroalimentaria de CC.OO. concluye que los salarios en las empresas productoras de las marcas de fabricante son un 30% más altos que las empresas productoras de marcas blancas.
En la situación económica actual , la proliferación de las marcas blancas, sinónimo de buen precio, abarata la cesta de la compra. Pero esta decisión tiene consecuencias un tanto negativas en varios aspectos; menor contratación en el país de destino, salarios más baratos, ahogo de las pequeñas y medianas marcas, standarización de productos con la repercusión en la variedad del gusto…
Frente a estas grandes marcas globales y el poder cada vez mayor de las distribuidoras, cuyo único objetivo es conseguir buenos dividendos a nivel global. Las pequeña y medianas empresas solo tienen una forma de sobrevivir, reforzando su imagen de marca, creando nuevos productos para nuevos consumidores y empezando a pensar en abrir nuevos mercados.
Asimismo la actividad exportadora en los mercados de gran consumo la realizan casi en su totalidad marcas de fabricantes, por este motivo hemos de crear marcas fuertes y bien posicionadas para poder combatir exteriormente. El cava es un claro ejemplo del proceso de internacionalización de un producto autóctono en este caso nacional. Hemos de dotar de contenido nuestra imagen de marca y el producto que elaboramos. Incrementar el valor de la marca corporativa y asegurar la salud del portafolio de marcas de la compañía debe de ser una responsabilidad compartida por todos departamentos de nuestra empresa.
Las marcas exigen una gestión mutidisciplinar: marketing (puesto que las marcas forman parte del beneficio y razón de compra de los productos y servicios), comunicación (para multiplicar su eficacia en relación con el mercado), gestión financiera (ya que las marcas generan valor económico y constituyen un activo de la compañía), actividad jurídica (la marca protege y debe ser protegida)…
Igualmente, el desarrollo de la marca afecta a toda la compañía en su conjunto: desde la dirección general, que debe liderar todo el proceso, hasta recursos humanos (creando identidades y culturas de trabajo diferenciales y ejes comunes de actuación alineados con la marca de la empresa), marketing, comunicación, imagen y reputación corporativa, ventas, finanzas, operaciones, sistemas de información, servicio al cliente…
En definitiva si queremos crecer, hemos de consolidar nuestra imagen de marca solo así seremos más competitivos y conseguiremos posicionar nuestros productos.
Enlace recomendable:Marcas renombradas,Interbrand.